

Por ello son ideales tanto para conquistar a una mujer como para mantener vivo el amor en una relación duradera. Los poemas son una buena manera de expresar los sentimientos, y por tanto de hacer que éstos no se desgasten con el paso del tiempo.
Consejos para escribir poemas que ayuden a conquistar a una mujer
Aunque no todo el mundo se siente preparado para escribir poemas para conquistar a una mujer, pues en muchas ocasiones lo vemos como algo muy complicado y que requiere gran creatividad. Pero lo cierto es que lo único necesario para ello es escribir lo que se siente desde lo más profundo del corazón.
Aun así, también existen opciones para aquellos que se ven incapaces. Una de ellas es copiar poemas escritos por otros autores, aquellos que mejor reflejen las propias emociones. Pueden personalizarse, cambiar determinadas palabras para hacerlos más íntimos y personales, añadiendo los detalles más románticos.


A lo largo de la historia, se han escrito y se continúan escribiendo una infinidad de versos de todo tipo. Los encontramos en numerosas publicaciones, como libros, revistas, periódicos o Internet. De hecho, existen webs y blogs especializados en este tipo de literatura, que nos ofrecen palabras de amor perfectas para seducir.
Aquí recopilamos algunos poemas cortos que sin duda pueden ser útiles para expresar sentimientos de lo más bellos.
Los mejores poemas para conquistar a una mujer
“Por rincones de ayer”, de José Agustín Goytisolo
En lugares perdidos
contra toda esperanza
te buscaba.
En ciudades sin nombre
por rincones de ayer
te busqué.
En horas miserables
entre la sombra amarga
te buscaba.
Y cuando el desaliento
me pedía volver
te encontré.
“Amor eterno”, de Gustavo Adolfo Bécquer
Podrá nublarse el sol eternamente;
Podrá secarse en un instante el mar;
Podrá romperse el eje de la tierra
Como un débil cristal.
¡Todo sucederá! Podrá la muerte
Cubrirme con su fúnebre crespón;
Pero jamás en mí podrá apagarse
La llama de tu amor.
“Muerte en el olvido”, de Ángel González
Yo sé que existo
porque tú me imaginas.
Soy alto porque tú me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...


“A una mujer”, de Víctor Hugo
¡Niña!, si yo fuera rey daría mi reino,
mi trono, mi cetro y mi pueblo arrodillado,
mi corona de oro, mis piscinas de pórfido,
y mis flotas, para las que no bastaría el mar,
por una mirada tuya.
Si yo fuera Dios, la tierra y las olas,
los ángeles, los demonios sujetos a mi ley.
Y el profundo caos de profunda entraña,
la eternidad, el espacio, los cielos, los mundos
¡daría por un beso tuyo!
“Poema XV”, de Pablo Neruda
Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
y parece que un beso te cerrara la boca.
Como todas las cosas están llenas de mi alma
emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.
Me gustas cuando callas y estás como distante.
Y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.
Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.
Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.


Con cualquiera de estos versos, muchas mujeres se sentirán amadas sinceramente. Aunque con esto no basta, pues hay que cuidar el amor no sólo con palabras, sino con hechos que demuestren que esa persona es verdaderamente importante para nosotros.
crevre los poemas
En lugares perdidos
contra toda esperanza
te buscaba.
En ciudades sin nombre
por rincones de ayer
te busqué.
En horas miserables
entre la sombra amarga
te buscaba.
Y cuando el desaliento
me pedía volver
te encontré.