

El concepto de Inteligencia Emocional nos resulta cada vez más familiar, pues en los últimos años están surgiendo numerosos estudios relacionados con el mismo. Además, está siendo aplicado a numerosos campos, como el laboral, el social o el sentimental.
Se puede definir la Inteligencia Emocional como la capacidad del ser humano para reconocer los sentimientos propios y los ajenos, así como para manejarlos con cautela. Algunas personas no poseen dicha inteligencia, pero la mayoría tenemos la suficiente como para poder controlar nuestros sentimientos en la vida diaria.
Inteligencia emocional aplicada en la pareja
La Inteligencia Emocional en la pareja posee unas particularidades que debemos tener en cuenta para poder entenderla correctamente:


-Lo primero que tenemos que saber es que una pareja con Inteligencia Emocional es aquella que se comprende, se respeta, y en definitiva, se quiere y se hace feliz. Todo ello sin desatenderse como individuos, pues no podemos desarrollar nuestra IE con los demás si no aprendemos primero a identificarla en nosotros mismos.
-Los psicólogos dicen que comenzamos a tener Inteligencia Emocional cuando somos conscientes de lo que sentimos hacia nosotros y hacia los demás. Por ello, para determinar si este tipo de inteligencia está presente en nuestra relación, debemos cuestionarnos si tenemos claro los sentimientos del otro.
-Para ello es fundamental la comunicación, la cual debe ser sincera y continua. No es sano guardar nuestros sentimientos hasta que, pasado un tiempo, exploten en el peor momento y de forma inapropiada. Para que una pareja funcione, ambos miembros deben expresar honestamente su opinión en el momento adecuado.
-Esto se hace especialmente importante a la hora de resolver los conflictos. Las discusiones de pareja no deben caer en saco roto, sino que tienen que servir para conocerse mejor y para aprender a expresar nuestras emociones de una forma controlada y sincera. Es clave que la pareja cree unas normas comunes de convivencia para que ambos se sientan a gusto.


-Otra forma de escuchar es atender a las señales no verbales. Es importante reconocer las señas del otro, leer sus gestos. Hay cosas que no se dicen por evitar decepcionar o enfadar a las personas de nuestro alrededor. En este caso, probablemente nuestra pareja hará sacrificios para complacernos, como acompañarnos a algún lugar que a él no le agrada. Debemos aprender a reconocer estos detalles y a valorarlos.
-La empatía es una cualidad fundamental para la Inteligencia Emocional. Las personas que carecen de ella son incapaces de averiguar qué pasa por la mente de los demás, y eso es fatídico para cualquier relación amorosa.
-De la misma forma, la flexibilidad es algo que siempre debemos tener presente. Gracias a ella somos capaces de adaptarnos a determinadas situaciones, y de ceder ante los deseos de nuestra pareja. Todo esto, por supuesto, con un límite, sin dañar ni por un momento la dignidad ni el bienestar de ninguno de los dos. Además, ser flexibles nos ayudará a resolver conflictos y a afrontar cambios.
-También hay que aplicar esta capacidad de ponerse en el lugar del otro respecto al plano sexual. Este aspecto es muy importante para que una pareja funcione, por lo que se debe hablar de ello con sinceridad y sin ningún tabú. Ambos deben saber lo que le gusta al otro y lo que no, cuáles son sus fantasías, sus deseos, y no tener miedo a explorar cosas nuevas.


En resumen, para aplicar la Inteligencia Emocional en una relación es necesaria una comunicación honesta, respeto hacia el otro y hacia sí mismo, y empatía. De esta manera la pareja tiene más posibilidades de consolidarse y de crear un vínculo irrompible.