

Pese a las conclusiones que establecen los distintos guarismos, la desigualdad entre hombres y mujeres no disminuye. De hecho, según la Organización Internacional de Trabajo (OIT), un 70% de la totalidad de los pobres absolutos de mundo pertenecen al sexo femenino. Este número llama poderosamente la atención, cuando un 70% de las empresas son llevadas adelante por mujeres. Finalmente, las damas desempeñan la mayor parte de los trabajos mal pagados y menos protegidos.
No obstante, el empleo no es la única rama que genera la desigualdad entre hombres y mujeres: la violencia también es un mal que azota el ámbito femenino. Por esto, no puede pasar desapercibido que al menos el 20% de las mujeres que habitan la tierra hayan recibido castigos físicos y/o sexuales.
Asimismo, la educación también se empeña en que el mal considerado sexo débil luche porque mermen las casi 590 millones de analfabetas que hay en el mundo, según datos de las Naciones Unidas.
Además, el ámbito de la sanidad, Naciones Unidas persigue el objetivo de reducir la mortalidad materna para el año 2015. Habilitar servicios básicos en salud materno infantil costaría tan sólo tres euros per cápita al año en los países en desarrollo.
Por último, la mujer debe buscar tener mayor representatividad en el ámbito político, debido a que, según una investigación realizada por la Unión Interparlamentaria (UIP), las mujeres sólo ocupan un 14,6% de los 41.845 cargos parlamentarios existentes a nivel mundial.