Profesiones de Mujeres

21 octubre 2011 | Por Raquel

Docencia, Enfermería, Trabajo Social o Nutrición son algunas de las profesiones más demandadas por la población femenina.

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En una sociedad en la que nuestros líderes presumen de luchar por la igualdad de género, cabe preguntarse el por qué de estos datos. Hay quien encuentra una respuesta en los remotos tiempos en los que el hombre se dedicaba a cazar mientras las mujeres cuidaban de sus hijos y de los animales. Pero quizá esto signifique alejarse demasiado de nuestro contexto social y familiar y debamos buscar una explicación en lo que nos rodea actualmente; es decir, en los medios de comunicación, la educación recibida y los valores sociales. Los estudiantes se ven influenciados por estos clichés a la hora de elegir una futura profesión y se dejan llevar por determinados factores. Uno de ellos es la imagen que puedan ofrecer a los demás: es muy inusual que se dé el caso, por ejemplo, de que un varón decida olvidarse de qué dirán y se lance a estudiar Enfermería. Lo mismo ocurre si una mujer quiere ser futbolista, piloto o bombero. Las profesiones consideradas femeninas están relacionadas con el aspecto físico, la docilidad y el cuidado de los demás, mientras que los hombres son valorados por su fuerza física, su firmeza y su inteligencia. Las bajas expectativas en el terreno laboral también son determinantes para las mujeres a la hora de elegir una carrera. Las féminas  conocen los límites que les han sido impuestos; saben que sus posibilidades de ser aceptadas en áreas consideradas masculinas son escasas, y que su futuro laboral estará marcado por bajos salarios, inestabilidad laboral, menor valoración social y hombres en los puestos de mando. Esto genera una falta de confianza en su propia capacidad y pocas esperanzas de éxito. Además, todavía predomina en nuestra cultura la idea machista de que son las mujeres quienes deben encargarse de las tareas del hogar y el cuidado de los hijos, por lo que muchas de ellas ven nula de antemano la posibilidad de explorar determinados campos laborales y buscan la estabilidad de un empleo que les permita compaginar la actividad profesional con el trabajo de casa. Puede que lo más humillante de esta discriminación de género sea la infravaloración social de los empleos “femeninos”. Este tipo de profesiones, al igual que las mujeres que se dedican a ellas, suelen tener poco prestigio e incluso llegan a considerarse como complementarias respecto al trabajo de un hombre. Acabar con esta desvalorización de las aptitudes de la mujer y con estos anticuados estereotipos sexistas requiere un proceso lento y complicado, en el que la educación, los medios de comunicación y, sobre todo, el entorno familiar son los contextos determinantes para superar estos obstáculos. Fuente Imagen: Walt Stoneburner

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