

Estas extensiones suelen oscilar entre los 8 y los 15 milímetros, siendo los colores más elegidos el negro y el marrón oscuro, aunque también pueden encontrarse en otros tonos más llamativos (azul, morado, rojo, verde…). Con ellas nos aseguraremos un mayor volumen y longitud añadiéndolas a nuestras pestañas naturales.
Antes de colocar las extensiones de pestañas debemos asegurarnos de que los párpados están bien limpios de maquillaje, suciedad o secreciones sebáceas. Para ello, es necesario utilizar un buen desmaquillante de ojos que no deje sensación grasa en la piel, y a continuación, cepillarlas con un peine especial para que queden secas y bien separadas.
También es muy importante colocar un protector sobre las pestañas del párpado inferior. Este gesto evitará que las mismas se peguen a las pestañas superiores en la posterior colocación de las extensiones con ayuda del pegamento indicado para este proceso.
Después se colocará una pequeña cantidad de este adhesivo en un recipiente. Es entonces cuando, con ayuda de unas pinzas, se irá uniendo con mucho cuidado cada extensión sobre cada una de nuestras pestañas naturales de forma que se formará un solo pelo, evitando colocar demasiado producto para que no se noten los temidos “pegotes” de pegamento. Es recomendable dejar una distancia aproximada de uno o dos milímetros entre las extensiones y nuestro párpado.
Una vez colocadas todas las extensiones que deseemos, se finaliza el proceso pulverizando un líquido sellador sobre los ojos cerrados que mantenga las extensiones a prueba de agua. Pasado un periodo de unas dos o tres semanas, seguramente necesitemos volver al centro de estética para reemplazar las pestañas que puedan haberse caído.
El proceso entero suele durar cerca de una hora, y puede elegirse entre pelo natural o sintético. Antes de realizar el tratamiento, es recomendable realizar una permanente en las pestañas naturales, además de tinte si fuera necesario.