

Si en algún momento te sientes a punto de desfallecer y rendirte unos sencillos consejos pueden ayudarte:
- No eres súper mujer. Tienes derecho a decir NO.
- Eres un ser valioso y único y nadie debe convencerte de lo contrario. Lo importante es que tengas metas y luches por ellas.
- Rodéate de gente comprensiva y alegre que te apoyen en esos momentos difíciles y te de ánimos.
- Tu vida no puede depender de la moda o del aspecto personal. Estos deben ser factores que cuides sin obsesionarte y siempre poniendo por delante tu dignidad. Cultiva tu propio estilo y te sentirás mejor contigo misma.
- Cuida tu mundo espiritual interior. Lo femenino no es sinónimo de debilidad, sino de oportunidad para sentir y tener pasión.
- Ten presente que la igualdad femenina no es ser igual al hombre, sino es lograr el equilibrio máximo que se pueda alcanzar como mujer. Es el libre derecho de decidir, de pensar, de sentir y de amar.
- Llena tu vida de victorias cada día. Y así siempre podrás recordar cosas dulces del pasado. Lo amargo no te será tan pesado.
- Recuerda que equivocarse es necesario para aprender y desarrollarse. Si tienes una luz propia, tu resplandor puede iluminar el camino de quienes te rodean y a quienes amas.


Mujeres de todas las culturas, razas, religiones, costumbres y economías tienen inmensas luchas para llevar adelante sus vidas. Por eso las mujeres pueden desenvolverse con tanta brillantez en la sociedad y en los sistemas políticos si así deciden hacerlo. El hogar no es la responsabilidad exclusiva de la mujer. Es la sensibilidad y visión femenina lo que le ha concedido ese espacio, para expresarse como madre y como máximo exponente de la delicadeza humana. Pero está muy claro que su lucha se extiende más allá de sus propias fronteras.
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