Si todos los trabajadores de una empresa están motivados para ser cada vez mejores y superarse a ellos mismos, llevarán a su compañía por el camino del éxito, y la harán destacar sobre todas las demás.
El problema aparece cuando esta competitividad no es “sana”, sino que se basa en envidias, descalificaciones, mentiras, etc. Este tipo de competitividad negativa es propia de aquellas personas a las que sólo les interesa quedar siempre por encima de los demás, sin importar los medios que tengan que utilizar para conseguirlo. Es entonces, cuando alguien no entiende en realidad en qué consiste ser competitivo, cuando esta actitud puede llegar a generar mal ambiente entre los compañeros.
Pero la verdad es que la competitividad tiene muchos más aspectos positivos que negativos, tanto en el terreno laboral como en el personal, si sabemos no sólo qué es ser competitivo, sino cómo serlo. En primer lugar, debemos tener claro el concepto sobre qué significa “ser el mejor”, ya que solemos pensar que todo aquel que tiene un puesto superior al nuestro está mucho más capacitado que nosotros, que posee más inteligencia, don de gentes, etc.
Pues bien, esto no tiene por qué ser así, ya que nadie es superior a nadie, todos tenemos distintas habilidades, defectos e incluso oportunidades, y si esa persona a la que todos consideran “la mejor” tiene un puesto más alto que el nuestro, quizá sea porque está sobrevalorada, o porque haya tenido la motivación necesaria y sabido aprovechar el momento oportuno para llegar dónde está.
Probablemente lo que nos diferencia de esa persona sea nuestro temor a parecer una amenaza ante los demás, a ser comparados con otros, al fracaso… Miedos provocados por la mala fama que tiene la competitividad, casi siempre asociada con la gente envidiosa, aprovechada y excesivamente ambiciosa, cuando en realidad la competitividad bien entendida nos reportará mejores ingresos, habilidades sociales, automotivación y una mayor autoestima.
Fuente Imagen por ILO Arab States
