

Una de las actividades que podemos realizar para ello consiste en escuchar música relajante mientras nos tumbamos con los ojos cerrados e intentamos seguir el ritmo de la melodía con las manos. Cambiando la música lenta por una más rápida, otro ejercicio consistiría en bailar, soltando todo nuestro cuerpo y realizando los movimientos que la melodía nos sugiera.
La descripción de emociones y sentimientos es también muy útil en este aspecto. Sólo necesitaríamos una serie de canciones o piezas musicales de nuestro gusto, que escucharíamos de forma atenta y relajada para posteriormente escribir lo que sentimos con cada una de ellas y por qué.
Podemos hacer lo mismo, pero combinando nuestro tipo de música favorita con otros de diferente estilo y ritmo, anotando aquello que se nos venga a la mente según vamos escuchando (personas, momentos, sensaciones...). Intentar seguir el ritmo, la entonación y la letra de nuestras canciones favoritas cantándolas en voz alta es también una buena idea para “educar el oído” a través de los sonidos.
En cuanto a los niños, lo más recomendable es que les ayudemos a desarrollar la inteligencia musical desde temprana edad. Realizar juegos con elementos musicales, cantar, asistir a conciertos didácticos… Ayudarnos de series o películas infantiles constituye una muy buena opción para introducir a los más pequeños en el mundo de la música.
Como ejemplo podemos nombrar el clásico de Disney Fantasía, un maravilloso largometraje de 1940 que reúne ocho grandes obras de música clásica acompañadas de una serie de interpretaciones animadas llenas de color y personajes de todo tipo. Una excelente elección para los primeros contactos del niño con la música.
Un buen método por el que todos pueden aprender música fácilmente es el conocido cómo método Suzuki, aquí os dejo otro artículo en el que explicamos en qué consiste: ¿Qué es el método Suzuki?