

La media de edad en la que aparecen los síntomas perimenopáusicos y menopáusicos es desde los 48 hasta los 51 años. No se conocen exactamente las causas de la aparición de este tipo de depresión, ya que ésta puede estar asociada a los síntomas físicos que producen los cambios hormonales, tales como insomnio, sudoración y sofocos, o bien podría desencadenarse a partir de factores psicológicos asociados al miedo a entrar en la edad madura y dejar atrás la juventud.
Todos estos síntomas suelen agravarse en caso de que la menopausia se haya producido a una edad más temprana, ya que en este caso la desaparición del periodo está más relacionada con la infertilidad que con un cambio natural en la vida de toda mujer. Otro de los factores que suele despertar esta depresión es el llamado “síndrome del nido vacío”, caracterizado por una sensación profunda de soledad que los padres (es más común en las madres) pueden experimentar cuando uno o la totalidad de sus hijos se independizan.
Ante la aparición de estados depresivos, hay que actuar desmitificando el pensamiento social que asocia la menopausia con la vejez y revalorizar las numerosas ventajas de la edad madura, la cual puede tener tantas virtudes como la juventud si la miramos desde un punto de vista positivo. Un ejemplo es la mayor cantidad de tiempo para dedicarse a sí misma y a los planes que nunca se pudieron realizar (estudios, viajes, hobbies…) debido a dedicación que conlleva el cuidado de los hijos.
Muchas mujeres disfrutan además en este periodo de unas relaciones sexuales más relajadas y por tanto más satisfactorias, sin miedo a ser sorprendidas por los hijos ni riesgos de quedarse embarazadas. La temida sequedad vaginal, tan asociada a la menopausia, se soluciona sin ningún problema con la aplicación de los múltiples geles o cremas existentes en el mercado.
En caso de que la depresión se prolongue excesivamente o se agrave, los fármacos más utilizados para su tratamiento son los inhibidores de recaptación de la serotonina, los inhibidores de la monoaminooxidasa y los antidepresivos tricíclicos y heterocíclicos.
Esta terapia puede tener una duración de entre 6 a 12 meses, tiempo en el que los síntomas deberían desaparecer en gran parte o por completo. Las terapias hormonales son también muy aconsejables para mejorar los síntomas anímicos y otros físicos como la excesiva sudoración o lo sofocos.
Fuente Imagen thinkstock.