Para evitarlo, y para conseguir también un bronceado más uniforme y duradero, debemos preparar antes la piel con unos sencillos consejos.


El primer paso es exfoliar. Lo ideal es realizarse un peeling tanto en la piel del cuerpo como en el rostro, pero si no te es posible acudir a un centro de estética, puedes hacerlo en casa. Hay que comenzar aplicándose un exfoliante suave y masajeando la piel con las manos, una esponja o un guante de crin, con lo que eliminarás células muertas y obtendrás así un bronceado más rápido y duradero. Después, aclarar con agua fría para lograr un efecto tonificante. Lo ideal es exfoliar una vez a la semana, aunque si se trata de una piel sensible es mejor hacerlo cada 15 días para evitar irritaciones.
Igual de importante es mantener la piel hidratada, especialmente en verano. La piel deshidratada corre mayor riesgo de quemaduras e infecciones y provoca la aparición de arrugas. Para una buena hidratación es fundamental utilizar a diario algún producto especial y beber una cantidad correcta de agua. Una dieta sana en la que se incluya la fruta y la verdura, y no abusar del alcohol, el café y el tabaco, son factores fundamentales para mantener la hidratación de la piel.
Si estamos en proceso de algún tratamiento médico, debemos informarnos sobre las posibles reacciones adversas ante la exposición al sol. Además debemos depilarnos un par de días antes para evitar posibles irritaciones.
Debes aplicarte un protector solar (de protección 15 como mínimo) media hora antes de tomar el sol y no te olvides de usar también de un protector labial. Se recomienda, además, tomar el sol a primera o a última hora del día, evitando las horas de mayor intensidad solar (de 12 a 16 horas).
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