¿Qué hay de cierto respecto de sus virtudes para la salud?
Más de una vez oímos decir que beber una copa de vino es bueno para el corazón. Sin embargo, hay especialistas en patologías cardíacas que lo desmienten. Sostienen que no existe prueba científica que relacione el consumo de alcohol con un corazón más saludable. Que no hay investigación que determine que tomar vino ayuda a mantener este órgano vital en mejores condiciones.
No obstante, sí hay análisis clínicos que pueden establecer una relación. En determinadas circunstancias y cantidades y contemplando otros factores. Hay una asociación entre beber vino tinto y disminuir las probabilidades de morir por enfermedades cardíacas. De modo que no está de más tener unas botellas en la Despensa.
De acuerdo con algunos estudios epidemiológicos, consumir vino tinto moderadamente reduce la mortalidad por patologías del corazón. Pero hagamos hincapié en el término “moderadamente”. No es recomendable beber Vino tinto ni ninguna otra bebida alcohólica en exceso. Ni tampoco como medida preventiva para evitar enfermedades.
Por el contrario, una ingesta de alcohol excesiva nos haría propensos a muchas de ellas. Beberlo en grandes cantidades y con frecuencia aumenta las probabilidades de sufrir sobrepeso y problemas hepáticos y pancreáticos. Además de predisponernos a conductas violentas y a generar accidentes. En sí mismo, el alcohol es una sustancia tóxica.


Pero volviendo al concepto de moderación, especialistas de la medicina del corazón pueden recomendarlo. Según explican, pueden prescribir el consumo de algún tipo de vino tinto a pacientes de 50 años en adelante. Siempre teniendo en cuenta su historia clínica y sus particularidades. Y nunca en personas jóvenes o en aquellas que no presenten riesgo alguno en materia de enfermedades coronarias.
Los componentes que ayudan al corazón
Según las fundaciones médicas vinculadas al corazón, el beneficio coronario responde a varios factores. Por un lado, tanto el vino tinto seco como el no tan seco contienen antioxidante. Una molécula que retrasa la oxidación de otras moléculas. Al ingerir vino tinto, ingerimos estos antioxidantes flavonoides y el resveratrol.
Los primeros son capaces de mejorar los perfiles lipídicos, disminuir la resistencia a la insulina y bajar el estrés oxidativo. De manera natural, estos antioxidantes están presentes en vegetales, especias, cacao, semillas y nueces. El resveratrol contenido en el vino proviene de la piel de las uvas empleadas en su elaboración. Puede ingerirse comiendo directamente esta fruta o su jugo. Y también comiendo alimentos que la contienen como maní y arándanos.
En segundo lugar, puede colaborar con la prevención de afecciones cardíacas porque aumenta el colesterol bueno. El efecto del vino en algunas grasas contenidas en la sangre llamadas lipoproteínas plasmáticas eleva el colesterol bueno. Y también reduce el malo, conocido como LDL.
En tercer término, consumir con moderación vino tinto borgoña genera protección en las arterias que transportan la sangre. Porque disminuye la formación de coágulos en las plaquetas. Impide que éstas se junten y obstruyan las arterias. Por lo tanto, facilitan el flujo de la sangre a través de estos conductos vitales.


Sólo vino tinto y nunca en exceso
Los especialistas recomiendan beber una o dos copas diarias de vino tinto en las comidas. Pero sólo a pacientes con riesgo de enfermedad cardiovascular. Una medida por día es aconsejable para mujeres desde la mayoría de edad en adelante. Y entre una y dos para hombres mayores de 65 años, según el peso corporal. Cuando hablamos de un trago hablamos de una copa de 148 mililitros.
Un consumo moderado puede ser beneficioso en determinados pacientes. Pero la ingesta excesiva puede generar todo lo contrario. Grandes cantidades de alcohol pueden provocar problemas en el hígado y el páncreas. Pueden ocasionar accidentes cardiovasculares (ACV) e hipertensión arterial. Sin mencionar los riesgos del consumo de alcohol al volante.
Por otro lado, el perfil beneficioso de la ingesta de alcohol está relacionado exclusivamente al vino tinto. No se ha comprobado nada respecto del resto de las bebidas alcohólicas. De modo que tomar destilados como el tequila y whisky no nos generará nada bueno a la salud. Tampoco el vino blanco o rosado y la cerveza.
Lo sí está comprobado es que la salud del corazón está estrechamente ligada a otros hábitos. Una buena alimentación y una actividad física periódica son recomendable para todos los géneros y las edades. Evitar el tabaco y realizarse chequeos médicos con regularidad también nos permitirán prolongar la salud de nuestro corazón.
De la moderación al exceso, del beneficio al daño
Como vimos, el consumo moderado de vino tinto puede generar algunos beneficios en términos médicos. Pero tomar cualquier alcohol en demasía puede aumentar notablemente los riesgos para nuestra salud. Su uso excesivo ocasiona cientos de miles de muertes al año en el mundo entero. Una de cada diez personas adultas muere por causas vinculadas al consumo desmedido de alcohol.
Cualquier hombre o mujer que consume alcohol puede experimentar una intoxicación. Y ésta, provocarle consecuencias leves, como un desmayo o una descompensación. O graves, como un cuadro de coma alcohólico o un accidente de tránsito. En el mejor de los casos requerirá una hospitalización y un lavaje de estómago. Pero en el peor, ambas situaciones puede tener un final fatal.
En líneas generales, la salud se ve afectada por el uso excesivo de alcohol de varias formas. Puede producir problemas cardíacos y accidentes cerebrovasculares. Puede provocar la enfermedad del hígado graso, daño hepático y pancreatitis. Facilita la aparición de trastornos de la salud mental y algunos tipos de cáncer.
En conclusión, bebamos vino tinto pero con moderación. Hagamos hincapié en la cantidad que ingerimos. Disfrutemos cada copa pero no nos excedamos.