

Lo primero que tenemos que saber sobre el duelo es que es un proceso natural que no podemos evitar. La duración de este período depende de las circunstancias de la muerte, la relación con el fallecido y otros factores; lo importante es saber que la persona va a sentirse mucho mejor al finalizar esta fase.
Algunos de los síntomas del duelo son tristeza, pérdida del apetito y de peso, apatía, trastorno del sueño y sentimiento de culpa. Todos ellos son algo natural en este proceso. Cuando se sufre una pérdida importante debes darte derecho a padecerlos, pues es la única forma de recuperar la energía que necesitarás en el futuro para salir adelante.
Además, debes tener en cuenta que durante estos días no es conveniente tomar decisiones importantes, ya que se trata de un tiempo de confusión en el que varios sentimientos se entremezclan y no permiten pensar con claridad.
Es fundamental el apoyo de los familiares y amigos para poder desahogarnos y explicar nuestro dolor. Hablar con ellos sobre la persona fallecida y la nueva situación nos ayudará a asumir la pérdida y poder volver a la normalidad. De hecho, los psicólogos suelen recomendar llevar a cabo un acto homenaje hacia esa persona, como escribirle una carta para contarle lo mucho que la extrañamos.
No es aconsejable conservar impolutamente todas las pertenencias del fallecido, como tampoco lo es deshacernos de ellas. Será bueno para nosotros quedarnos con aquellos objetos más significativos y prescindir de los demás.
Debes tener siempre presente que el duelo es algo temporal, y que tras el dolor llegará una nueva rutina diferente a la anterior. Para sobrellevar este cambio es conveniente que busques nuevos hobbies y que te centres en recuperar tu bienestar. Si pasa el tiempo y no logras superar este estado lo mejor será que acudas a un psicólogo.
Fuente Imagen ThinkStock.