, y en las últimas décadas incluso se ha desarrollado una rama de la psicología que, bajo la denominación de musicoterapia, hace uso de diferentes sonidos y estructuras rítmicas para conseguir diversos resultados terapéuticos a nivel psicológico, psicomotriz, orgánico y energético. La vertiente de la musicoterapia ambiental por ejemplo, se encarga de influir en nuestro humor diseñando espacios sonoros amables, acogedores y tranquilizantes en salas hospitalarias y lugares de concentración pública.


Conocer cómo la música influye en nuestro estado es importante ya que, aunque no se trate de un factor determinante, es posible llegar a conocer qué tipo de sonidos nos conviene escuchar en determinados momentos si queremos recrearnos en un sentimiento o propiciar otro. Aunque cada persona reacciona de manera diferente antes los estímulos sonoros dependiendo de su carácter, de su bagaje cultural, etc, también es cierto que existen determinadas generalidades.
Por ejemplo, los timbres agudos suelen excitar más que los graves, por una cuestión puramente física, ya que el área de nuestro cerebro que recibe los sonidos de este tipo tiene mayor densidad celular, por lo que la cantidad de impulsos nerviosos que llegan al córtex es mayor. De esto podemos deducir, que si queremos activarnos, estimular el movimiento, debemos emplear sonidos agudos. De la misma manera, los estímulos auditivos predominantemente graves predisponen a la relajación, el reposo y tranquilidad.
Estas nociones son bien conocidas por ejemplo en el ámbito de las grandes superficies comerciales, en las que el público escucha de fondo una música programada según la gestión de los flujos de personas que se quiera hacer en cada momento.