

El primer paso para conseguirlo es hacer un viaje interior, un análisis sobre nuestra personalidad: gustos, pasiones, miedos,carácter, etc. En este estudio de nuestra propia mente encontraremos defectos y virtudes, que deberemos mejorar y/ o aceptar en el caso de las primeras, y ensalzar, en el caso de las segundas. Un truco muy recomendado para resaltar nuestros puntos fuertes es escribirlos en un papel y repasarlos en momentos de debilidad.
Muchas veces estas inseguridades provienen de la infancia o de la adolescencia, dos períodos clave en la vida de cualquier persona. Puede que hayamos vivido experiencias negativas durante estos años, aunque debemos concienciarnos de que ya es hora de abandonar esos prejuicios y seguir adelante.
Las personas con poca autoconfianza se infravaloran constantemente, debido en parte al miedo al fracaso o al ridículo. Estos temores les impiden tomar decisiones y actuar libremente, dando lugar a dos únicas opciones: huir o enfrentarse a ello. La única válida es la segunda, pues sólo así conseguiremos solventar los problemas, con una consecuente subida de la autoestima.
Es muy importante el entorno en que nos movemos. Rodearnos de personas que nos muestran rechazo o no nos toman en serio no hace más que agravar el problema; por el contrario, aquellas que nos valoren y nos apoyen en nuestras decisiones nos ayudarán a aumentar nuestra seguridad. Lo que jamás debe hacerse es fingir ser alguien distinto para agradar a los demás.
Pero de nada sirve seguir estos consejos si no logras que esta seguridad perdure. Debemos adoptar una actitud optimista como un hábito de vida, y tener claro que sin seguridad en nosotros mismos nunca llegaremos a alcanzar nuestras metas.