

Estas ganas ansiosas de comer se conocen como “hambre emocional” y es una causa del aumento de peso. El hambre emocional aparece de la nada, de forma repentina y cuando vamos a comer no pensamos en si nuestro estómago lo pide o no, sólo queremos comer, aunque no lo necesitemos. Además nos produce la sensación de que tenemos que satisfacerla de manera inmediata y aun cuando comas es posible que al poco rato vuelvas a tener “hambre”.
Causas del hambre emocional
Existen multitud de causas que originen este tipo de hambre pero como lo dice el propio nombre, está relacionada estrechamente con nuestras emociones. El estrés laboral, el cuidado de los hijos, las peleas sentimentales, el embarazo, preocupaciones económicas y hasta la propia menstruación son algunos de esos desencadenantes.
La clave está en ser conscientes de la situación y razonar si nuestra hambre es real o no. Debemos ser conscientes de lo que verdaderamente nos está pidiendo el estómago y no buscar la solución a nuestros problemas con la comida.


¿Cómo controlar el hambre emocional?
¿Y qué podemos hacer para controlar ese apetito emocional?
Cuando sea completamente inevitable tenemos que buscar productos ligeros y sanos, en lugar de un bollo comeremos una manzana. También podemos salir a dar un paseo o entretenernos con algo. Así despejaremos la cabeza y poco a poco se irá reduciendo la ansiedad. Otra opción es beber un buen vaso de agua, desde luego no es el antojo que a nuestras emociones le gustan más, pero, nunca mejor dicho, ahoga esa hambre emocional.
De cualquier forma cada uno averigua cual es la mejor manera de salvar la situación, mientras que para unos será ver la televisión para otros quizá sea caminar con su perro o leer un libro. Lo importante es reconocer el hambre emocional y superarlo.
Imágenes de Vogue y Telva.