Cómo crear tu propia sesión de hidroterapia en casa

El uso del agua para mejorar la salud, ya sea en estado sólido, líquido o gaseoso, constituye una de las técnicas más sencillas y tradicionales de terapia efectiva y natural. Asociada normalmente a carísimos tratamientos que sólo se pueden disfrutar en los balnearios, lo cierto es que podemos beneficiarnos de sus propiedades en nuestra propia casa. Te contamos cómo.

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admin
viernes, 1 marzo, 2013
hidroterapia

Si dispones de una bañera grande, puedes elegir entre un baño relajante o estimulante, dependiendo de la temperatura del agua. Un baño de agua caliente (entre 37º y 38º) actúa como un calmante, tanto para los músculos como para la mente, además de ayudar al cuerpo a eliminar toxinas y estimular el sistema inmunológico. 20 minutos serán suficientes para sentirnos relajados, especialmente si nos ayudamos de plantas (salvia, albahaca, tomillo, tila, etc.) y aceites calmantes (lavanda, sándalo, naranjo, menta, romero…).

Los baños de agua fría, por el contrario, son estimulantes, reducen la inflamación y tonifica los músculos y la piel. Además, activa la circulación sanguínea y las defensas del organismo, fortaleciendo la resistencia de éste ante posibles enfermedades como la gripe o los resfriados, e incluso ayudando a reducir la fiebre.

Un baño de vapor logra abrir todos los poros de la piel facilitando la limpieza profunda de éstos, además de ayudar a mantener limpias las vías respiratorias. Este tipo de tratamientos es muy utilizado en casos de congestión, asma o sinusitis, entre otras afecciones respiratorias, especialmente beneficioso si se añaden unas gotitas de aceite de eucalipto o lavanda, por ejemplo. El jacuzzi, aunque menos efectivo en este sentido, es un poderoso relajante que actúa también aliviando los dolores de cabeza, la fatiga crónica y los problemas digestivos.

Al igual que los baños de agua caliente, las duchas relajan la mente y el cuerpo y fortalecen el sistema inmunológico. Aplicar por el contrario chorros de agua fría a presión durante uno o dos minutos sobre determinadas partes del cuerpo, provoca una sensación de piernas más ligeras y tonificadas debido a la activación de la circulación, consiguiendo así prevenir la aparición de varices, celulitis y flacidez.

Para obtener los beneficios que nos aportan ambos tipos de ducha, optar por la llamada “ducha escocesa” es la mejor elección, la cual consiste en alternar agua de temperatura caliente y fría, activando la circulación sanguínea a la vez que tonificamos la piel y sentimos que aumenta nuestra energía.

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