

No podemos evitar sentir ira igual que no podemos hacer desaparecer el resto de nuestras emociones. Lo importante es aprender a controlar la ira de forma responsable.
La mayoría de nosotros crecemos con la creencia de que mostrar nuestro enfado es algo perjudicial, por lo que a lo largo de nuestra infancia y adolescencia son muchas las veces que reprimimos los sentimientos negativos por miedo al rechazo de los demás.
Pero la verdad es que expresar ira, rabia, indignación, etc., no es perjudicial para nosotros, sino que por el contrario, es signo de tener una autoestima saludable, ya que es una forma de defendernos ante lo que consideramos injusto.
Si no pudiésemos expresar todas estas sensaciones, terminaríamos manifestando nuestro malestar de una forma agresiva e impulsiva. Por lo tanto, lo más recomendable es aceptar la ira como un sentimiento normal, ni bueno ni malo, e identificar las situaciones o personas que nos hacen sentir enfado para comenzar a buscar maneras más sanas de afrontarlas y en definitiva poder controlar la ira.
Aquí nos daremos cuenta de lo que en realidad nos causa la ira, ya que en ocasiones podemos sentir rabia hacia alguien, no por nuestra relación actual con él/ella, sino por problemas sin resolver en el pasado o por la influencia de terceras personas.
Hablar sobre los problemas e inquietudes con amigos, familiares o con alguien totalmente ajeno a nosotros (psicólogos, psiquiatras…) nos hará comprender el por qué de nuestro malestar y nos ayudará a liberarnos de éste.
Otra opción consiste en escribir para nosotros mismos lo que realmente pensamos, sin imponernos límites ni censuras. La escritura se puede emplear como terapia para exteriorizar lo que pasa por la mente, ordenar nuestras sensaciones y dejar salir de nuestro interior la ira y la tristeza.
El deporte, además de aportarnos numerosos beneficios para la salud física, nos permite desahogarnos de una manera rápida y eficaz, liberando la ansiedad. Nadar, caminar a paso rápido, pasear en bicicleta, o ejercicios más intensos como el boxeo y las artes marciales son excelentes formas de calmar los nervios y desconectar. Una vez calmados es el mejor momento de hablar las cosas tranquilamente y liberar los sentimientos reprimidos de una forma saludable.