

Así que muchos de estos negocios optan por platos y dulces típicos como los buñuelos. Los buñuelos son a la Navidad lo que las torrijas a la Semana Santa, más o menos. Elaborarlos cada vez es más fácil gracias a la tecnología que no para de mejorar.
En este sentido, empresas como la marca Inblan ha apostado por desarrollar máquinas de buñuelos más intuitivas, más eficientes y, en resumen, mejores. Y, aunque su uso sea más industrial, es posible que pronto se desarrolle un modelo de uso doméstico para que familias enteras tengan su propia máquina para hacer buñuelos en casa, como ya muchos tienen para hacer pasta o pan. Sí, porque cada vez hay más tendencia y más interés en la alimentación, la gastronomía y la cocina.
Así que no es de extrañar que muchas familias opten por hacer alguna actividad juntos que tenga que ver con esto mismo.
Navidad, tiempo de dulces y postres
La Navidad es una época entrañable, de detalles, dulces y mucho mimo. Y también es una época de muchas reuniones familiares y de amigos donde se suele llevar algún detalle. Y cómo no, junto a la consabida flor de pascua, hay que llevar un dulce para terminar de conquistar y arrancar una sonrisa de oreja a oreja al anfitrión. Existen muchas recetas de postres de Navidad que se pueden hacer en casa fácilmente.
Como siempre, hay que combinar el sabor con la presentación y si tiene chocolate, casi que mejor. Las galletas de jengibre, por ejemplo, siempre son un acierto, sobre todo si van decoradas. Pero también el tronco de Navidad, el clásico árbol con hojaldre y chocolate o, simplemente, un combinado de frutas y chocolate.
Con estos postres no hay equivocación posible. Pero si no tienes tiempo de hacerlos, siempre puedes encargar algo en una pastelería.
Por el otro lado, está la otra parte. Así como en los hogares todo son sonrisa en estas fiestas, en las pastelerías y restaurantes del país es, junto al verano, una de las etapas con más trabajo. Por no hablar del comercio, el pequeño o el grande. Con las vacaciones, se sale más, se come más fuera y se consume un poco más. Así que este sector tiene que trabajar a destajo para satisfacer la demanda de quienes llegan a sus negocios, tanto españoles como extranjeros, ya que le turismo en Navidad siempre es más común.
También se dispara el número de puestos ambulantes por la ciudad. Los más comunes, de castañas y buñuelos. De hecho, la venta de máquinas de buñuelos crece bastante durante el otoño para tenerlo todo listo en cuanto empieza el frío y llega el día de Todos los Santos.
Las pastelerías hacen el agosto en navidades con sus máquinas de buñuelos, churros y roscones Aunque el pistoletazo de la Navidad lo esté dando actualmente el Black Friday, el 1 de noviembre casi se podría decir que es la antesala y también otra cita señalada para las pastelerías, con sus huesos de santo y sus buñuelos de viento, chocolate o bacalao. Y estos dulces cada año pareciera que están más ricos, a medida que vamos sumando años y echamos la vista atrás, porque están impregnados de una suerte de nostalgia y recuerdo que saben mejor.
Así que los pasteleros no escatiman en mejorar su producción mejorando su forma de trabajar, haciéndose con un horno de última generación o una máquina de buñuelos automática que permita hacerlos más deprisa o… mejor dicho, como churros. Porque también los churros, aunque no están tan estacionalizados como otros dulces como el turrón, el mazapán o los mismos buñuelos, también viven su etapa más dorada con la llegada del frío. Basta con pasarse por alguna chocolatería un sábado a partir de las 17.00 h para darse cuenta de que una taza de chocolate caliente junto a unos churros o porras es un excelente plan para una tarde de invierno, y si llueve o nieva casi que pareciera, incluso, mejor.
Pero si hay algo que es rey - nunca mejor dicho – es el roscón de Reyes. De Reyes, pero que también se puede comer el resto de las fiestas. El roscón es algo más que un dulce. Es una tradición tan arraigada como la lotería nacional que rodea y une a grandes y pequeños en torno a este gran círculo que se puede encontrar relleno de nata, de chocolate, de cabello de ángel o sin relleno, con su fruta escarchada, su haba y / o su sorpresa, pudiendo ser desde un muñequito hasta un lingote de oro.
Tal es su consumo que en muchas pastelerías piden que se haga reserva, un poco por dimensionar el trabajo y para que nadie se quede sin su roscón.